El seminario comenzó con una jornada muy cálida desde la llegada de Telma y los participantes, muchos de ellos conocidos entre sí y otros no tanto.
Luego de una breve presentación del ciclo de seminarios, Telma inició las actividades acercándonos a la cosmovisión de la danza afro: es una prolongación natural de la vida, es la gestualidad propia del hombre, es el medio de expresión del pensamiento y los sentimientos. A través de esta danza, con movimientos y ritmos, se refleja lo cotidiano, aquello que acompaña a todos los acontecimientos de la vida. Por eso es muy difícil enseñar a bailar afro, es como querer enseñar a vivir!
Nos contó su historia, que es la historia del sometimiento del ritmo africano a lo subterráneo, a la deculturación esclavizada; y su presencia innegable en la memoria de nuestra existencia, en el latido profundo del corazón. La danza fue y será un modo natural del hombre de armonizar con los poderes cósmicos. El universo baila desde siempre y nosotros somos el universo. Podemos conectar con el cosmos a través de nuestro ser y nuestra danza!!
En una primera jornada fuimos desarrollando todas estas ideas, conectándonos con los cuatro elementos: agua, aire, fuego y tierra; registrando en el cuerpo desde el centro hacia las extremidades y desde el trabajo individual a lo colectivo, buscando respirar en una misma sintonía grupal.
Nos referenciamos en los animales hasta despojarnos de la forma y los estereotipos, para construir en movimientos la danza genuina de cada uno.
En la segunda jornada Telma nos llevó, luego de trabajar con nuestro medio natural, a la instancia de la trascendencia y cómo los dioses, los Orishas, están presentes en nuestro accionar y nuestra vida cotidiana. Descubrimos cómo a través de nuestro cuerpo podemos conectarnos con el universo.
Fuimos artesanos, cazadores, padres-madres y guerreros. Danzando pudimos ir tejiendo todos estos conceptos e ideas, y así, perdimos la fragmentación hasta llegar a la unidad en un mismo latido.
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